Maestro Emilio Álvarez Icaza, Presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal.
Es licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México; maestro en Ciencias Sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, la FLACSO, sede en México, y diplomado en Diseño y Análisis de Comunicación Política por la Universidad Iberoamericana en el plantel Santa Fe.
Ha impartido clases en la Universidad Autónoma de Tlaxcala, en la Universidad Iberoamericana, así como en el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural.
Actualmente es profesor en postgrado de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Destaca en su trayectoria laboral que fue Director General del Centro Nacional de Comunicación Social, A.C.; consejero electoral del Consejo General del Instituto Electoral del Distrito Federal, instancia encargada de la organización y administración electoral de la Ciudad de México, en donde presidió la Comisión de Capacitación Electoral y Educación Cívica.
El maestro Emilio Álvarez Icaza Longoria, es actualmente Presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, cargo en el que fue confirmado para un segundo período en octubre del año 2005.
EL C. MTRO EMILIO ÁLVAREZ ICAZA LONGORIA.- Muy buenas tardes. Es un gusto saludarles y agradecer enormemente a la Comisión de esta Asamblea Legislativa de grupos vulnerables que me han invitado a esta reunión, a su Presidente, a los integrantes, es un privilegio, y por supuesto compartir la mesa con los integrantes del presidio.
El tema que hoy nos ocupa es uno de los temas que está reuniendo el interés general en materia de la centralidad del debate sobre democracia en este país y en particular en esta ciudad, porque hablar de discriminación y las problemáticas que van de la mano, es ubicarlo claramente en una exclusión, un debate, una preocupación sobre derechos humanos.
¿Por qué sobre derechos humanos? Esencialmente eso sucede porque lo que hemos encontrado es que la discriminación inhibe el ejercicio de otros derechos. No es en sí mismo un solo factor, sino que hay ciertas personas que en función de su situación personal y de sus características personales, no pueden ejercer los otros derechos u otros derechos por la consecuencia de la inhibición.
¿A qué me refiero? Hay personas que por su edad, hay aquí gente admirable que sigue luchando y nos pone ejemplo todos los días, que constantemente me los encuentro, y tratan de levantar la voz por las personas adultas mayores, los longevos, las personas de la tercera edad, hay toda una enorme gama, pero sobre todo es una gente que lucha día a día para decirnos: tenemos derechos y no queremos que por nuestra edad se nos dificulte nuestro patrimonio, nuestra salud, nuestro trabajo, nuestros servicios.
También hay personas que por su edad pero del otro lado, no se les concibe como ciudadanos, hablo de los niños y las niñas, y hay toda esa cultura patrimonialista desde que la letra con sangre entra o usted qué se mete que es mi hijo, y eso justifica actos de violencia o violencia intrafamiliar.
También pasa con las mujeres. En esta ciudad se ha detectado, por distintos (Inaudible)... sino que hay ciertas personas que en función de su situación personal, de sus características personales no pueden ejercer los otros derechos u otros derechos por la consecuencia de la inhibición.
¿A qué me refiero? Hay personas que por su edad, hay aquí gente admirable que sigue luchando y nos pone ejemplos todos los días, que constantemente me los encuentro, tratan de levantar la voz por las personas adultas mayores o longevos, las personas de la tercera edad, hay toda una enorme gama, pero sobre todo es esa gente que lucha día a día para decirnos tenemos derechos y no queremos que por nuestra edad se nos dificulte nuestro patrimonio, nuestra salud, nuestro trabajo, nuestros servicios.
También hay personas que por su edad, pero del otro lado, no se les concibe como ciudadanos, hablo de los niños y las niñas, y hay toda esa cultura patrimonialista, desde que la letra con sangre entra o “usted qué se mete si es mi hijo”, y eso justifica actos de violencia o violencia intrafamiliar.
Pero también pasa con las mujeres. En esta ciudad se ha detectado por distintos estudios que hay mujeres que teniendo el mismo nivel de responsabilidad en un trabajo ganan entre 7% y 35% menos que los hombres y el precepto constitucional es que a puestos iguales salarios iguales. Lo que por la vía de los hechos encontramos es que en ciertos espacios y condiciones a la mujer se le paga menos, pero no sólo se le paga menos también se le pega más.
Lo que hemos encontrado es que las víctimas de la violencia intrafamiliar esencialmente son mujeres. Hay quienes quieren decir “y también hay hombres”, hombres sí, es como el 3%, como 3 de cada 100. Hagámonos cargo del 97% y hagámonos cargo del 3%, pongamos las cosas en su dimensión, porque eso se refleja con las niñas, se refleja con las mujeres adultas y también con las mujeres mayores.
Pero también pasa con el color de la piel. Resulta que en esta ciudad sigue siendo un insulto decirle a las personas “cómo eres indio” o “cómo eres india”, y eso queriéndolo poner como sinónimo de atraso, como sinónimo de incultura, como sinónimo de falta de educación y muchas veces muy lamentablemente a las personas que se les dice así reaccionan como si en verdad se les hubiera insultado y te dicen “qué te pasa, yo no soy indio”, y basta con que veamos nuestra composición, nuestras prácticas, nuestra cultura, nuestra raíz, nuestra historia y preguntarnos quién no es indígenas en esta sociedad, pero es muy lamentablemente un fenómeno de discriminación, de negación que tal vez en otro país podría llamarse racismo.
Pero pasa también con algunos otros fenómenos, por ejemplo cuando uno revisa los periódicos y algunas empresas dicen: “Estudiantes de escuelas públicas absténganse”, porque se supone que los de las escuelas privadas son mejor preparados o son menos problemáticos.
Pero también lo vemos por ejemplo cuando algunos jóvenes visten de determinada manera. Hay una serie de encuestas que el CONAPRED ha puesto en la mesa que son extraordinariamente interesantes. El CONAPRED es el organismo nacional que trabaja sobre la materia de discriminación.
Lo que esas informaciones revelan es que una gran mayoría de los mexicanos, cerca de dos de cada tres tienen mucho miedo cuando se aproxima un pobre hacia ellos, sienten inseguridad, y ahí entonces es el papel que juega de manera destaca los prejuicios, porque se supone en esta cultura que los pobres son peligrosos porque se supone que los pobres son los que roban y nuevamente se reproducen esos estereotipos discriminadores.
De manera que vamos viendo que muy lamentablemente se reproducen ciertas relaciones sociales fundadas en el estereotipo, en el prejuicio y en los miedos y con una extraordinaria pérdida porque lo que hemos encontrado es que la diversidad enrique la unidad.
Hay todavía una dinámica cuando la diferencia es muy visible, y me referiré por ejemplo a las personas que tienen alguna discapacidad física, los que no se pueden mover con las piernas y que utilizan una silla de ruedas o los ciegos o los invidentes, todavía inclusive ahí se reproduce una serie de estereotipos que tendríamos que preguntarnos por qué cuando se toma un avión las últimas personas en las que la compañía aérea pone el interés en bajar son a las personas con silla de ruedas.
Acabamos de tener un incidente con un consejero nuestro de la Comisión porque resulta que en una línea aérea, en Mexicana, decidieron dejarlo al final, decidieron no traerle la silla de ruedas, al final de cuentas le dan un mal trato y al salir este consejero le dice tanto al funcionario como al capitán “son ustedes unos ineptos”.
El Capitán se siente agredido y manda a la fuerza pública a detenerlo. Cuando este Consejero se quiere ir, lo acusan de que con la silla de ruedas atropelló a un agente de la PFP. Ahora resulta que le querían poner una denuncia a una persona con silla de ruedas que la habían dejado al final, que habían maltratado su dignidad, porque ¿qué es importante? Ah, no, es importante que pasen todos los pasajeros y que los que tienen sillas de ruedas se esperen a lo último. Cuando en realidad el Código de Solidaridad debería de ser exactamente al revés, la sociedad tendría que ser más sensible con quien está en una situación de vulnerabilidad, cualquiera que ésta sea. Ah, no, hay prisa y por lo tanto que se esperen o que se esperen los adultos mayores, que sean los últimos y lo ve uno en el avión. Los servicios en el Aeropuerto los dejan al final.
Ese tipo de relaciones con justamente la que vamos viendo cuando se asocia por ejemplo el nivel de inteligencia con alguna discapacidad auditiva o visual, no pueden desarrollar el trabajo igual que otra persona y vemos que las empresas tienen una política sistemática de no contratar a las personas que tienen alguna discapacidad.
De manera que lo que yo quisiera mandar como mensaje, decir, hemos establecido una serie de relaciones cotidianas que pareciese ser que la discriminación es invisible o pareciese ser que es normal y hoy por hoy es momento de hacerse esas preguntas.
Me parece inclusive que sería muy pertinente probablemente hasta cambiar el nombre a la Comisión, yo diría que no son grupos vulnerables, porque así los vulnerabilizamos aún más, quien los vulnerabiliza la sociedad, quien los vulnerabiliza son las relaciones sociales.
Entonces, es un poco como pasaba la factura a la víctima. Yo estoy convencido que son grupos en situación de vulnerabilidad o vulnerabilizados. No es que per se sea. Creo que tenemos que cambiar los conceptos, inclusive para que se vea cuál es la relación estructural establecida. Sería extraordinariamente importante que esta Comisión Legislativa diera el ejemplo a nivel nacional y vayamos trasladando no sólo los nombres, sino los problemas en sus términos reales.
¿Por qué? Porque lo que hemos encontrado es que por esta serie de situaciones hay hombre y mujeres que no ejercen su derecho o sus derechos de la misma manera y entonces ¿cuál es la obligación del estado? Los derechos de las personas son obligaciones de los Estados y lo que tiene que hacer el Estado, es revisar las condiciones bajo las cuales se ejercen los derechos y tiene que generar condiciones de equidad para que las personas puedan ejercer esos derechos.
Constantemente cuando hablamos de derechos nos dicen sí pero hay obligaciones; ese es otro tipo de discurso. Yo no niego que al ser miembro de una sociedad tengamos obligaciones y corresponsabilidad en esas sociedad, no discuto eso. Pero desde la perspectiva de los derechos humanos, entendamos que los derechos de la gente son obligaciones de los Estados y ese mecanismo nos lleva entonces a entender que sólo el Estado viola los derechos humanos, sólo los agentes del Estado violan los derechos, los particulares comenten faltas o cometen delitos, pero entonces lo que tenemos que preguntarnos es ¿Cuál es el papel del Estado, y cuál es el papel del Estado en el diseño de la política pública que se haga cargo de estas diferencias estructurales.
¿Por qué? Porque si fuese una competencia de atletismo, de 100 metros planos, no todos partimos del metro cero, hay unos que parten del metro veinte o del metro treinta y hay unos y unas que parten de menos veinte.
Entonces ¿qué se tiene que desarrollar? Una política pública que se haga cargo de esas diferencias; de manera que no sea una vergüenza para muchas familias ocultar a las personas que tengan alguna generalidad distinta a lo que se considera socialmente aceptable.
¿Qué es lo que se considera socialmente aceptable? Lo masculino, lo heterosexual, lo católico, lo joven, ahora inclusive hasta lo delgado; o sea, como es una moda la delgadez, tenemos un problema gravísimo de bulimia y de anorexia no sólo de mujeres sino de hombres y entonces ahora resulta que hasta las personas obesas son señaladas, son objeto de discriminación, se necesita toda una cultura porque o delgado es lo bueno; inclusive, hay una serie de anuncios de un teléfono celular donde sale una mujer espiritifláutica que dice “lo delgado, es lo bueno”.
Luego entonces, “lo obeso, es lo malo” y entonces hay una serie de agresiones contra las personas obesas de una manera extraordinariamente cruel y lo mismo pasa por ejemplo con la población lésbico, gay, bisexual y transexual, el sólo hecho de ser homosexual significa que te agrada.
La Comisión emitió una recomendación porque un muchacho homosexual iba caminando en la estación Rosario y los vigilantes del Metro lo detuvieron, le dieron una golpiza y al final le dijeron ¿sabes por qué te golpeamos?, por puto. Ese fue el argumento, ese fue su delito. Independientemente si hubiera cometido un delito, un acto indebido, se le sancionó por su preferencia sexual, y eso se traslada a la relación de lo público.
Entonces lo que tenemos que preguntarnos es cuáles son las condiciones para el ejercicio de los derechos y es ahí donde el papel de la Asamblea Legislativa, en mi opinión, es tan importante porque se trata de revisar la política pública y de generar las condiciones para el desarrollo de la centralidad de los derechos humanos y se trata entonces de buscar que todos podamos ejercer nuestros derechos en los mejores términos.
Me hago cargo que muchos temas tienen que ver con asuntos presupuestales; me hago cargo que muchos asuntos tienen que ver con una condición en términos de ir revirtiendo la manera de pensar, y eso no es fácil, eso tiene que ver hasta por ejemplo de cómo se cuentan los chistes, cómo se hacen las bromas machistas, misóginas, racistas, van reproduciendo esa cultura.
Entonces sí es indispensable que vayamos tomando medidas para que no se vuelva a construir una sola banqueta que no tenga rampas. Sí es indispensable que construyamos que en los edificios públicos cualquier persona pueda tener acceso en silla de ruedas o sin silla de ruedas. Sí es indispensable que vayamos tomando las medidas para que en el Metro de la Ciudad de México exista escaleras eléctricas y exista elevador. Por increíble que parezca, hay personas que pierden la vida de la tercera edad porque en la escalera los arrolla la gente y mueren aplastados.
O sea, vamos tomando una serie de decisiones para que no se vuelva a hacer una sola estación que no tenga condiciones de accesibilidad para todos. Vamos generando decisiones que vayan poco a poco revirtiendo eso. Pero también vamos incentivando, vamos motivando, vamos estimulando que las empresas contraten más mujeres y les descontamos el 2% de nómina. Vamos premiando, vamos estimulando a aquellas empresas que tienen como normatividad combatir la discriminación y combatan a personas que no tengan ningún problema por vestirse como indígenas y no sean señalados socialmente. Vamos generando una política de estímulos que permita generar condiciones para contratar a personas en silla de ruedas.
Es ahí donde tiene que llevarse la política pública, es ahí donde el Estado tiene que intervenir para hacerse cargo de esas diferencias y a través del ejercicio de los derechos permitir que hombres y mujeres, sin distinción, puedan ejercer sus derechos. Por eso es tan importante ubicar que la discriminación afecta de manera significativa el ejercicio de nuestros derechos.
Hoy por hoy lo que hemos encontrado y en la Ciudad de México se ha avanzado de manera significativa, en construir una serie de instrumentos. La Asamblea Legislativa aprobó una ley que constituye un consejo para prevenir y erradicar la discriminación, y ese consejo tiene que ver justamente con la centralidad del diseño de la política pública.
También se ha aprobado en el Código Penal hoy por hoy discriminar, es un delito. El problema es que los MP no saben qué hacer, entonces no hay nadie sancionado, es una letra muerta, porque los MP no saben cómo enfrentarse a ese lema y eso requiere, más allá de la voluntad, la capacitación para trasladarlo.
Tenemos que llevar estas políticas de no discriminación a lugares como el Metro, a lugares donde se genere una dinámica de interacción que se proteja a las personas que están en situación de riesgo.
Tenemos que construir una cultura donde se entienda que ser niño no es falto de inteligencia, como muchas veces se dice entre los adultos, cuando uno quiere denigrar a otro adulto le dice, hombre, te estás portando como niño, como si fuera un sinónimo de carente de inteligencia.
Entonces me parece que lo que tenemos que intentar es revertir esa normalidad que constituye condiciones de desigualdad y la Ciudad de México tiene una extraordinaria oportunidad porque es una de las ciudades que cuenta con mayor organizaciones de la sociedad civil en este tipo de temas. Es extraordinariamente importante que se le dé cauce a la capacidad de propuesta y a la capacidad de iniciativa que está en la sociedad.
Es impresionante cómo se generan distintas asociaciones de personas que no pueden ver, de personas ciegas, de personas con VIH, en fin , hay todo un universo de organizaciones y sería muy importante que esas organizaciones participen porque son los que viven directamente como víctimas la discriminación. Es ahí donde se encuentra la experiencia y la capacidad de construcción de ciudadanía.
¿Por qué digo construcción de ciudadanía? Porque la ciudadanía es lo que nos permite encontrarnos en el espació común que es la democracia para el ejercicio de nuestros derechos.
Y es entonces que le damos un sentido distinto a la democracia no sólo como un sistema electoral caro y no eficiente. El año pasado gastamos más de 2 mil millones de dólares en las elecciones federales y locales de este país. Sí tenemos que preguntarnos si esas son las prioridades de nuestra democracia. Sí tenemos que preguntarnos si tenemos que destinarle tantos recursos a la democracia electoral o tal vez podríamos dedicarle más recursos a los adultos mayores, a los indígenas, a los niños, a las personas con algún tipo de discapacidad y que a través de la política pública vayamos generando cuáles son las condiciones y por eso estoy absolutamente convencido de que la Ciudad de México puede ser espacio.
Es ahí entonces donde la centralidad de los derechos humanos toma forma. Toma forma en la lógica de entender que todos y todas somos o para decirlo de esta manera, en lo único en lo que somos iguales es que todos somos distintos, todas somos distintas, no hay una sola persona igual.
Reconocemos esa diferencia en el ámbito de lo personal; reconocemos esa diferencia en el ámbito de lo cotidiano. Pero lo que tenemos que entender es que un principio de nuestra igualdad está fundado en nuestra diferencia, no hay una persona igual.
Lo que tenemos que entender es que la diversidad enriquece, no empobrece y partir de esa diversidad para generar entonces códigos de inclusión, de tolerancia y de respeto. Curiosamente esos son los valores de la democracia: el diálogo, el respeto, la tolerancia y por eso debemos avanzar en la construcción de capital democrático. Es ahí donde también creo que la Asamblea puede jugar un papel muy significativo. Necesitamos no sólo buenas intenciones; necesitamos política pública con la centralidad en derechos humanos que ayude a ejercer los derechos.
Hoy por hoy en esta Ciudad todavía seguimos viviendo diferencias significativas. Cuando hablamos del nivel educativo, generalmente se concibe a la ciudad como la de mayor nivel educativo, cerca del 15 por ciento de los jóvenes de secundaria están fuera de la escuela por procesos discriminadores; casi el 15 por ciento de los jóvenes de esta Ciudad y saben dónde están la mayoría de esos jóvenes, en Iztapalapa, Gustavo A. Madero y Alvaro Obregón. ¿Por qué? Porque son jóvenes pobres, son jóvenes que son víctimas de la violencia que inclusive denuncian que en ciertas ocasiones hay algunos maestros que reproducen los estereotipos discriminadores, que hacen burla de ellos en público y los señalan.
Entonces no es un problema de falta de escuelas, ¡eh!. Las escuelas están, pero lo que está pasando es que la pobreza no le permite a esos jóvenes estudiar. La discriminación y la violencia no les permite estudiar y lo que está pasando es que tenemos el 15 por ciento de esa juventud fuera de la escuela y no sólo no tiene escuela, no tiene trabajo. ¿Entonces qué esperamos que hagan esos jóvenes? Es ahí donde tiene que intervenir la Asamblea en el diseño de una política pública que ayude con el Ejecutivo a contener. Se requiere invertir, se requieren generar mecanismos de oportunidad que pretenda entonces ubicar el espacio de esperanza que es la juventud.
Yo termino porque hay muchos más ponentes, agradeciéndoles enormemente su asistencia, diciéndoles que en la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal tenemos un programa permanente por la no discriminación, hay una serie de materiales en nuestra Página de Internet, estamos en Avenida Chapultepec número 49, aquellos que quieran acudir hay materiales gratuitos, hay equipos de formación, en la lógica de que ustedes ubiquen que claramente podemos trabajar en un mecanismo de alianzas y de sumas.
Les agradezco muchísimo su atención, disculpándome que me tengo que retirar a las 12:30, no por falta de cariño, sino por exceso de amor.
Muchas gracias por su atención.